viernes, 3 de febrero de 2012

Sector Porcino Argentino


El sector porcino en la Argentina es uno que cuenta con grandes posibilidades de expansión, pero que aún no ha logrado desarrollar todo su potencial. Según datos de SENASA, la faena de porcinos correspondiente al período Enero-julio de 2008 ha sido de 1.612.991 cabezas, cifra inferior en 12,09% respecto de igual período de 2007. Esta faena logró una producción de 141.000 toneladas. La faena total para el año 2007 fue de 3.200.115 cabezas o unas 280.000 toneladas. Esta cifra dista del nivel de producción de los grandes productores de cerdo a nivel mundial.

Los cinco grandes productores y exportadores de carne porcina, que concentran el 83% de la producción mundial, son China, la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil y Canadá.

China ocupa el primer puesto con una participación que ronda el 48% del total mundial. Este país proyecta actualmente que su crecimiento para 2012 alcanzará el 20%, si se toma como base la producción alcanzada en el año 2004. De cara al futuro del sector en este país, las desventajas se focalizan en la baja disponibilidad de agua potable y la presencia de enfermedades animales, como la aftosa.

La producción de la Unión Europea continúa en expansión, aunque a menor ritmo que durante los años 90. Se prevén alcanzar las 22,5 millones de tn antes de 2013, lo que significaría un 3,3% de aumento respecto al año 2005.

Estados Unidos es el tercer productor de carne de cerdo, responsable de aproximadamente el 10% de la producción total mundial. En 2006 participó del 22,86% de las exportaciones mundiales, acercándose progresivamente a la Unión Europea, quien lideró históricamente la tabla y se mantiene gracias a la incorporación de nuevos países miembros.

Brasil se distingue entre los líderes por poseer una serie de factores que contribuyen a lograr el menor costo de producción del mercado: mano de obra económica, producción de granos suficiente, disponibilidad de tierras en grandes regiones agrícolas, instalaciones productivas e industriales y un clima favorable a la producción del cerdo. Los brasileños son concientes de sus ventajas productivas y, al igual que en otras carnes, sus exportaciones han crecido con fuerza durante la última década, pasando, en el caso de carne porcina, de 100.000 tn en 1998 a 700.000 en 2006. Es esperable que en el mediano plazo el ritmo de crecimiento de las exportaciones brasileñas de carne porcina continúe siendo mayor que el promedio mundial.

Finalmente, la industria porcina canadiense goza una excelente reputación por la calidad de sus productos y por sus altos estándares de salud. Es además quien logra el segundo mejor costo de producción mundial -luego de Brasil–. Sus principales desventajas incluyen la alta dependencia de Estados Unidos como cliente, y el alto porcentaje de producción que destinan a mercados internacionales, registrando en 2006 exportaciones por el 50% de la producción total. Con esos dos factores, Canadá carece de flexibilidad para retraerse o cambiar los destinos de su producto rápidamente, ante una crisis externa de cualquier tipo.

Por su parte, la Argentina cuenta con posibilidades únicas a nivel mundial para la producción y comercialización de porcinos. Por clima, disponibilidad de tierras, de insumos, de tecnología y de genética se estima que nuestro país podría lograr un costo de producción similar o inferior al que se logra en Brasil.

El número de cerdos en la Argentina actualmente representa el 5% del total del rodeo ganadero (aproximadamente 3,2 millones de cabezas). Mayoritariamente se encuentran en las provincias de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe (80% del total del rodeo). De las demás provincias se pueden mencionar por su importancia relativa a La Pampa, Chaco, Santiago del Estero, Tucumán y Misiones.

Históricamente la producción de cerdos fue realizada extensivamente y casi como sub-producto de otras actividades (agricultura, tambo, etc.). Desde la década de 1980 la producción de cerdos comenzó una etapa de modernización que tuvo su pico más importante durante los 90. Esto significó la introducción de nuevas razas de mejor conversión y más magras, el uso de confinamiento, la formulación de dietas más equilibradas, mejora en las tecnologías productivas y reproductivas y un aumento del número de cerdos por productor (menor atomización). El resultado fue un aumento de la producción de carne de cerdo, el cual no encontró destino en el mercado nacional debido al bajo consumo de la población argentina (para la década de los 90 se consumía 8 kg/hab./año, de los cuales 1 kg. era fresco, el resto como chacinado).

La salida inevitable era la exportación de cerdos, la cuál se veía muy complicada debido a la gran competencia mundial de los principales países productores de carne porcina (Dinamarca, Holanda, EE.UU., China, España y Brasil). Estos países además presentan alto consumo per cápita (España, 60 kg/hab./año; EE.UU., 25 kg/hab./año; Dinamarca, 70 kg/hab./año). En el caso de los países desarrollados el volumen y la eficiencia productiva y comercial hacía que los costos fueran mucho menores que los costos de producción argentinos, mientras que para el caso de Brasil la devaluación del Real en 1999 también generaba menores costos de producción que la Argentina.

Por lo tanto, el auge de la producción porcina comenzó a declinar, contando para principios del siglo XXI alrededor de 2 millones de cabezas y una producción muy estancada.

A partir del cambio de las reglas de juego a nivel política monetaria y cambiaria que se dio de 2002 a la fecha, el sector porcino contó con otro marco para la producción: menores costos laborales y menores costos en términos de dólares de los insumos alimenticios por las retenciones a los granos. Algunas empresas aprovecharon dicha oportunidad y ampliaron sus stocks porcinos, concentrando aun más la producción, y con buenos niveles tecnológicos.

La producción se volcó principalmente al consumo interno, ya que el mismo aumentó desde la devaluación, aunque sigue siendo bajo comparado con el consumo de carne vacuna y aviar. El mayor consumo es el de chacinados y embutidos. El consumo total en la actualidad ronda los 8 Kg./Hab/año. La producción total actual de carne porcina asciende a las 275.000 toneladas, siendo la exportación muy baja, del orden de las 2.500 toneladas, y la mayor parte de dicha producción se destina a la industrialización. La importación representa aproximadamente 40.000 toneladas.

Las exportaciones podrían aumentar debido a que la Argentina es libre de Peste Porcina Clásica (PPC), enfermedad que dificulta el comercio internacional de carne porcina. Aunque los precios internacionales de carne porcina han aumentado en los últimos años, la industria local no acompañó en las exportaciones. La industria parece orientar la producción al consumo interno debido a las menores exigencias sanitarias, de bienestar animal y gremiales que exige el canal local.

Las principales empresas productoras de cerdos son: PACUCA (6.000 madres), Campofrío (5.000 madres), Paladini (4.500 madres), y AGD. Dichas empresas principalmente tienen las líneas genéticas de abuelos y madres, concentran gran parte de la producción de cerdos para faena, y destinan principalmente la faena a frigoríficos propios (integración vertical), vendiendo luego producto terminado, ya sea fresco o procesado. Este modelo difiere al de otros países productores de carne porcina que han desarrollado un sistema muy similar al de la industria aviar, donde el productor/engordador de los lechones invierte en infraestructura para el engorde y en personal, y la empresa coordinadora entrega alimento y asesoramiento productivo y veterinario. Por lo tanto, el modelo actual argentino dificulta la expansión de la actividad ya que las empresas que faenan, además de invertir en genética y plantas de faena y procesadoras, deben también invertir en infraestructura, haciendo el negocio de menor escala.

Para el resto de las empresas productoras porcinas en la actualidad el sistema comercial está articulado en un modelo del tipo “mercado”, en función de un precio de referencia, muchas veces no muy claro. Los frigoríficos compran cerdo en forma directa con un productor y el precio que se pacta depende mucho del precio en la plaza local. No existen contratos de aprovisionamiento ni de precios futuros. Es un negocio de alto riesgo ya que no solo depende del valor del cerdo para faena (que presenta incertidumbre en los precios que se pagarán), sino también que depende del valor de los granos en plaza. Por lo tanto, los productores porcinos cuentan con baja inversión, muchas veces tienen bajo nivel profesional en chacra y la eficiencia productiva y reproductiva es baja.

La industria faenadora y procesadora está representada por 150 plantas frigoríficas, aunque 4 empresas concentran el 50% de la faena. Por ejemplo, Paladini faena 200.000 cabezas por año y representa el 6,5% del total de la faena anual. Frigorífico Pompeya representa el 24% de la faena, Minguillón 10% y “Pork Industries” 10%.

Este sector además compite con un sector porcino informal (sanitaria y fiscalmente), que tiende a ser menos importante, pero que aun representa una competencia desleal, sobre todo en el sector chacinados (chorizos). Dirigentes de UNICA (Unión de la Industria Cárnica Argentina) y de CAICHA (Cámara Argentina de la Industria de Chacinados y Afines) afirman que la tasa de IVA, las de abasto y municipales perjudican la cadena de carne porcina, restan posibilidades para encarar proyectos colectivos, hacen perder la ocupación de mano de obra y además alientan a la evasión, la cual se ubicaría en el orden de los 500 millones de pesos (20% de la facturación total del sector). Esto se agrava si se tiene en cuenta que a la evasión fiscal se debe sumar la evasión sanitaria, muy complicada para el consumo final por problemas de enfermedades zoonóticas (triquinosis).

Debe tenerse en cuenta que para que la producción aumente sustentable y rentablemente y teniendo en cuenta todos los requerimientos sanitarios, es preciso que se den fuertes inversiones en el sector. La inversión estimada para un criadero intensivo, con la mayor exigencia de bioseguridad y tecnología adecuada supera los US$ 3.500 por madre instalada. Por otra parte, el costo total mensual, teniendo en cuenta también los gastos de ventas para una granja de 500 madres se estima en unos 350.000 pesos o 700 pesos por madre, asumiendo una conversión alimenticia de 2,86. Cabe destacar que la alimentación incide aproximadamente en un 77% del costo total de producción y que está conformada principalmente por maíz (65%) y harina de soja (25%).

El desafío actual del sector es cómo hacer de este negocio un negocio más rentable para todos los actores, donde se logre incluir al productor en una cadena más organizada y coordinada, y donde las señales de los mercados interno y externo puedan ser compartidas. Las inversiones aumentarán y la Argentina podría ser un país proveedor de carne porcina al mundo, quizás el de menores costos, por su alta competitividad en el sector agrícola (maíz y soja) y por el know how productivo que es muy factible de mejorarlo.

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